jueves, 1 de diciembre de 2011

El regreso


Caminaba con los pies descalzos sintiendo la hierba acariciar su piel. Hoy era el día. Estaba esperando este momento desde hacía mucho tiempo, tanto, que ya ni se acordaba cuánto. Quería sentir la humedad de la tierra; caminar, correr, revolcarse y dar vueltas sobre sí misma por la pendiente que tantas veces de niña recorrió así, como hacía ahora, para luego llegar justo a la misma orilla del río
Lo quería hacer todo de golpe, como si temiera que el tiempo se le acabara. Como si fuera un juego en el que sólo tenía unos minutos para recuperar el tiempo perdido ¡Menuda controversia!





No quería pensar; le dolía demasiado los recuerdos. Ya tuvo muchos días y muchas noches en las que su mente no hacía otra cosa que pensar y pensar. No tenia otra cosa que hacer; no leía, ni escribía, ni hablaba, ni besaba, ni abrazaba...ni amaba... sólo pensaba el modo de salir de aquel lugar, de aquella especie de prisión que la tenía apartada de todo. ¿Cuánto tiempo hacía que no escuchaba la voz humana? ¿Cuánto tiempo hacía que no oía su nombre? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que alguien le dijo "te quiero"? No sabía cuánto, pero sabía que era mucho. Permanecía sola, pensativa; rogando que alguien se diera cuenta de su situación. ¿Es que la iban a dejar así para siempre? ¿Es que todo el esfuerzo que su mente hacía para hacerse notar, no iba a servir para nada?
¡No podía ser! Sentía un nudo en la garganta y la sensación de que una lágrima le resbalaba por la mejilla. Quería levantar la nano y comprobar que se le mojaba. Contaba con la mente: a la de una...a la de dos... a la de tres... Otra vez...a la de una...a la de dos...a la de tres... El esfuerzo mental la agotaba, pero no se resistía a dejar pasar la más mínima oportunidad de conseguir una señal, una pequeña señal que le permitiera la más mínima comunicación con alguien
.
Agotada, volvía a relajarse con sus sueños. Siempre en su pensamiento estaba el río, las montañas, la ladera en  pendiente que desde su casa llegaba al rio y que ella recorría dando volteretas sobre sí misma.
Esperaría a mañana. Cuando recuperara otra vez las fuerzas, intentaría decirles a todos que ella pensaba, que notaba el agua cuando la bañaban, que aunque no pudiera abrir los ojos, ni oir, ni mover un sólo dedo, ella sentía. Sentía y quería a la persona que cuidaba de ella.  Y sobre todo, pensaba. Nadie lo sabía, pero pensaba. Y el caso es que no quería pensar. Estaba harta de pensar...pero tenía que hacerlo, era la única forma que tenía de vivir. Era la única forma que tenía de luchar.
 Estaba segura que lo conseguiría..

María Manrique.    

2 comentarios:

Yolanda Almansa dijo...

Ojala las personas que se encuentran en esta terrible situación, pudiesen transmitir sus sentimientos.
Una dramática historia que, por desgracia, existe en algunas familias.
Desear que los avances de la ciencia logren que estas personas puedan comunicarse, sería un buen deseo para pedir al Año Nuevo.
Un saludo

Anónimo dijo...

Sí Yolanda, por desgracia existen estas cosas; ojalá, como dices, la ciencia avace en todos estos tipos de enfermedades. Gracias una vez más por tu comentario. Un Beso!