lunes, 13 de junio de 2011

El y Ella = Amor

Entró en la habitación como cada mañana a la misma hora. Siempre era él quien la despertaba, quién la besaba, y quien la animaba a levantarse. Todos los días lo mismo. Él esperaba pacientemente a que ella se duchara, se secara el pelo, desayunara y se arreglara. Sin embargo, él dormía poco. Siempre atento a cualquier ruido, a cualquier movimiento desconocido, dispuesto a enfrentarse con aquello que intuyera que era una amenaza para ella.

Se habían conocido hacía ya dos años. Aquella mañana, la casualidad quiso que se encontraran en el aparcamiento del centro comercial próximo a la casa. Ella aparcó justo al lado del coche donde él estaba cómo esperando a alguien, de pié y a la sombra. Se cruzaron sus miradas; ella le sonrió, y comenzó a caminar hacia la puerta del centro. Él la siguió con la mirada, hasta que ella desapareció.
Él se quedó dando vueltas de un lado a otro, como sin saber qué hacer y mirando la puerta de vez en cuando. Se le iluminó la cara cuando la vio salir una hora después, con un carrito lleno de compras.






Se dirigió a su encuentro, pero ella le volvió a sonreir y pasó de largo. Unos minutos después, escuchó rugir el motor del coche y lo vio salir despacio hacia atrás. Él no se movió. Ella le dio un suave toque al claxon, pero él permaneció en el mismo sitio mirándola. Ella lo vio por el retrovisor y decidió bajar y hablar con él.

Se dio cuenta que él le quería decir algo; lo miró bien a los ojos, y su mirada lánguida se lo dijo todo. No necesitaron palabras.



Ahora él la esperaba y no le importaba. La esperaría todo el tiempo que hiciera falta. Toda su vida había sido una espera; estaba acostumbrado. Sólo que ahora había una diferencia…ahora vendrían a buscarlo. Ella siempre venía a buscarlo. Aunque estuviera loco por salir, él la seguiría esperando.


-¡Vamos! ¡Ya estoy lista! Y le hizo una caricia en agradecimiento. Él le besó la mano y se dirigió a la puerta de la calle.
Mientras bajaban por las escaleras ella le dijo-¿Sabes? ¡Te quiero muchísimo! ¿Y tú a mí? Él la miró a los ojos, con esa mirada lánguida tan propia suya y dijo:


-¡Guau, Guau
!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonitos recuerdos futuros pasan por mi mente. Pronto tendré un amigo...

Anónimo dijo...

Los perros siempre son una bonita compañia, y la más fiel y leal. Un abrazo.
María Manrique.