Caminaba
con los pies descalzos sintiendo la hierba acariciar su piel. Hoy
era el día. Estaba esperando este momento desde hacía mucho tiempo,
tanto, que ya ni se acordaba cuánto. Quería sentir la humedad
de la tierra; caminar, correr, revolcarse y dar vueltas sobre sí
misma por la pendiente que tantas veces de niña recorrió así, como
hacía ahora, para luego llegar justo a la misma orilla del río
Lo
quería hacer todo de golpe, como si temiera que el tiempo se le
acabara. Como si fuera un juego en el que sólo tenía unos minutos
para recuperar el tiempo perdido ¡Menuda controversia!
No
quería pensar; le dolía demasiado los recuerdos. Ya tuvo muchos
días y muchas noches en las que su mente no hacía otra cosa que
pensar y pensar. No tenia otra cosa que hacer; no leía, ni escribía,
ni hablaba, ni besaba, ni abrazaba...ni amaba... sólo pensaba el
modo de salir de aquel lugar, de aquella especie de prisión que
la tenía apartada de todo. ¿Cuánto tiempo hacía que no escuchaba
la voz humana? ¿Cuánto tiempo hacía que no oía su nombre? ¿Cuánto
tiempo había pasado desde que alguien le dijo "te quiero"?
No sabía cuánto, pero sabía que era mucho. Permanecía sola,
pensativa; rogando que alguien se diera cuenta de su situación. ¿Es
que la iban a dejar así para siempre? ¿Es que todo el esfuerzo que
su mente hacía para hacerse notar, no iba a servir para nada?
¡No
podía ser! Sentía un nudo en la garganta y la sensación de que una
lágrima le resbalaba por la mejilla. Quería levantar la nano y
comprobar que se le mojaba. Contaba con la mente: a la de
una...a la de dos... a la de tres... Otra vez...a la de una...a la de
dos...a la de tres... El esfuerzo mental la agotaba, pero no se
resistía a dejar pasar la más mínima oportunidad de conseguir una
señal, una pequeña señal que le permitiera la más
mínima comunicación con alguien
.
Agotada,
volvía a relajarse con sus sueños. Siempre en su pensamiento
estaba el río, las montañas, la ladera en pendiente que desde
su casa llegaba al rio y que ella recorría dando
volteretas sobre sí misma.
Esperaría
a mañana. Cuando recuperara otra vez las fuerzas, intentaría
decirles a todos que ella pensaba, que notaba el agua cuando la
bañaban, que aunque no pudiera abrir los ojos, ni oir, ni mover un
sólo dedo, ella sentía. Sentía y quería a la persona que cuidaba
de ella. Y sobre todo, pensaba. Nadie lo sabía, pero pensaba.
Y el caso es que no quería pensar. Estaba harta de pensar...pero
tenía que hacerlo, era la única forma que tenía de vivir. Era la
única forma que tenía de luchar.
Estaba
segura que lo conseguiría..
María
Manrique.
2 comentarios:
Ojala las personas que se encuentran en esta terrible situación, pudiesen transmitir sus sentimientos.
Una dramática historia que, por desgracia, existe en algunas familias.
Desear que los avances de la ciencia logren que estas personas puedan comunicarse, sería un buen deseo para pedir al Año Nuevo.
Un saludo
Sí Yolanda, por desgracia existen estas cosas; ojalá, como dices, la ciencia avace en todos estos tipos de enfermedades. Gracias una vez más por tu comentario. Un Beso!
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